Por un referente constructivo crítico desde IU, comprometido y coherente en la movilización social para una alternativa trabajadora y joven a la crisis económica, en el proceso de formación de los foros para la refundación de la izquierda.

jueves, 1 de julio de 2010

ZAPATERO RECORTA; AGUIRRE, AFEITA


El Metro de Madrid lleva 3 días de huelga y anuncia ya más paros para los primeros días de julio.
Esta importante movilización que sigue a la de los empleados públicos contra el recorte de su salario y a la de la recogida de basuras por su empleo,  pone sobre la mesa varias cuestiones. Intentemos aclarar  las más urgentes ahora que todo el circo mediático se echa sobre el cuello de los huelguistas pidiendo “sangre” contra los sindicatos.
 ¿Por qué están en huelga? Los trabajadores del Metro de Madrid están en huelga en defensa de su convenio, en defensa de su derecho a la negociación colectiva, en defensa de que se cumpla lo firmado en su día por la Dirección de la compañía y publicado en el boletín oficial con rango de ley.
El  Metro, al igual por ejemplo que RENFE, no es una empresa pública. Son empresas privadas con capital público, o sea sociedades mercantiles como pueda serlo El Corte Inglés o las compañías de autobuses que hacen sus rutas por la península. Su estatus jurídico actual es resultado de la voluntad expresa del PP que en su día las quiso privatizar, desligar de lo público. En otras palabras, su actual situación es  el resultado de la política neoliberal contra los servicios y las empresas públicas que no ha dejado de profundizarse en los últimos 30 años.
Los trabajadores del Metro, a  cambio de perder la condición de empleados públicos, “ganaron” el derecho a la libre negociación colectiva, la que tiene cualquier empresa. Ahora Aguirre saltándose el Estatuto de los Trabajadores y la mayoría de normas legales que, de una u otra manera, gerencian la vida laboral,  se lo quiere saltar y aplicarles un recorte que no tiene derecho a realizarles.
Entonces, ¿por qué el ataque? El PP lleva en todo el Estado, pero en Madrid de manera particular, gracias a la concentración de poder de la que goza, una política sistemática, profunda y radical de ataque a lo público, de ataque a los empleados públicos y de ataque, cómo no, a aquellos que representan a esos trabajadores: los sindicatos.
 El recorte de derechas profundamente neoliberal de Zapatero y su tijeretazo a empleados públicos y pensiones les da armas a los ideólogos neoliberales. Al recorte, quieren ahora añadir un afeitado puro y duro  de todo derecho a través del pulso a los empleados del Metro.
La lucha va a ser larga, pero es como la de Thatcher con los mineros ingleses, allá por los años 80: si la gana el PP,  será una de las llaves que abrirá la puerta a importantes retrocesos sindicales, de organización y, lo que es peor, de DERECHOS para todos, no sólo para quienes están empleados en el suburbano.
La derecha quiere hacer daño a la propia espina dorsal del maltrecho movimiento obrero y nuestros maltrechos derechos. Ganar una guerra contra la negociación colectiva es sumar un eslabón más a la desprotección judicial que la reforma laboral de Zapatero incluye. Sin marco jurídico o con marco debilitado gana la empresa, perdemos los trabajadores y perdemos en derechos sociales. Es un mal negocio para todos que pierda el Metro.
¿Servicios mínimos? Los servicios mínimos están pensados para garantizar servicios esenciales (hospitales, servicios básicos incluido el transporte en momentos de crisis humanitarias, etc.) Nadie en su sano juicio los rechaza.  Lo que está en juego, es el uso abusivo de tales servicios como un medio para romper las huelgas, debilitar desde dentro a los huelguistas, dividir plantillas. Hay varias sentencias que demuestran su carácter anti sindical, el abuso de la Administración a la hora de decretarlos. La más conocida de entre las últimas, es la referida a las huelgas en Telemadrid.  
Los trabajadores  señalan que el suyo no es un servicio esencial, que hay más medios de transporte (bus, coches privados…) Lo que piden los sindicatos es un pacto que les permita ejercer a los trabajadores y trabajadoras su derecho constitucional a la huelga y que no haya un reglamento que, de facto, lo impide.
En resumen, en esta huelga lo que en primer lugar está en juego son derechos, concretamente, el de huelga y el de negociación colectiva. Pero además, de ganarla, la derecha daría un golpe de gracia contra la huelga general del 29 de septiembre.  De ahí su importancia, la enorme necesidad de su victoria y las grandes fuerzas que amparadas en el decretazo de Zapatero esperan derrotarla.
Carlos G.

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