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lunes, 5 de abril de 2010

Una visión desde la izquierda en La Habana

Rafael Hernández es un académico y politólogo cubano, director de la revista TEMAS, que se sitúa en el sector pro-reformas del régimen. La entrevista publicada en La Jornada también ha sido reproducida como artículo.
 
 
16/03/2010 - La Jornada (México) - Ayuno de presos afecta el diálogo de Cuba con EU y la UE

La Habana no negocia bajo presión, sostiene el politólogo
Estos disidentes no son sociedad civil, sino micropartidos de oposición. No
tienen la base social de un sindicato Solidaridad, ni entre sus líderes hay
un Walesa... El puñado de presos políticos en sus filas no lo está por
delitos de conciencia, sino por oponerse activamente al sistema, en alianza
con Washington.

Rafael Hernández en entrevista con La Jornada, en la cual habló de una
lógica perversa según la cual Cuba tendría que pagar un tributo cada vez que
Estados Unidos hace un ligero cambio en la relación bilateral
.

Gerardo Arreola
Corresponsal
Periódico La Jornada
Martes 16 de marzo de 2010, p. 20


La Habana, 15 de marzo. El caso de los disidentes en huelga de hambre y las
presiones para indultar a los presos afecta el progreso del diálogo de Cuba
con Estados Unidos, así como lo avanzado con la Unión Europea (UE), dice a
La Jornada el politólogo Rafael Hernández: El gobierno de La Habana no
negocia bajo presión, sólo el diálogo diplomático tiene resultados, como
saben bien otros gobiernos.
Director de la revista cubana Temas, Hernández acaba de regresar de la
Universidad de Texas, en Austin, donde impartió un posgrado sobre relaciones
Cuba- Estados Unidos, que antes enseñó en Columbia y Harvard y, en México,
en el CIDE y el ITAM.
Estima que los disidentes no son sociedad civil, sino micropartidos de
oposición, que entre sus líderes no hay ningún Havel o Walesa, y que serán
los cubanos en la isla quienes decidan si el futuro socialismo cubano
pudiera llegar a admitir una oposición leal dentro del sistema.

-¿Cuál es la coyuntura internacional actual de Cuba, en especial con Estados
Unidos?


-Aunque esta administración no ha hecho cambios políticos sustanciales hacia
Cuba, el diálogo ha avanzado más en el último año que en toda esta década.
Han reanudado las conversaciones migratorias, y abierto temas como el correo
directo. El Congreso podría aprobar la libertad de los estadunidenses para
viajar a la isla. Algunos grupos semioficiales exploran avenidas de
cooperación en intercepción de drogas. Sin levantar las restricciones al
intercambio académico y cultural impuestas por Bush en 2005, han otorgado
algunas visas. Por otro lado, la UE, con el liderazgo de España, se ha
aproximado al gobierno de Raúl Castro, cuyas relaciones con toda América
Latina son más estrechas que nunca.

-La visión internacional sobre Cuba se concentra en la oposición, tras la
muerte de Orlando Zapata Tamayo y la huelga de hambre de Guillermo Fariñas.


-La muerte de Zapata es una tragedia humana, pero su repercusión responde a
factores políticos, encadenados con la huelga de Fariñas. Ninguna de las
actuales presiones para el indulto de presos facilita cambios en la política
cubana, rodeada hoy por una tormenta propagandística. Ni siquiera bajo la
presión de la Crisis de los Misiles (octubre de 1962), al borde de un
conflicto nuclear, la política de Cuba cambió. El camino más efectivo para
propiciar cambios (como han sabido casi todos los gobiernos mexicanos) es el
diálogo diplomático respetuoso. Es obvio que la muerte de Zapata y sus
secuelas convienen a quienes se oponen a ese diálogo con Estados Unidos y
Europa.

-¿Hablamos de disidentes, opositores, mercenarios, presos de conciencia,
presos políticos...?


-Un disidente es el que reniega de su creencia anterior. Este no es el caso
de los clásicos anticomunistas del exilio, sino el de los ex comunistas pro
soviéticos y de otras tendencias ortodoxas, de donde provienen Ricardo
Boffil, Elizardo Sánchez o Vladimiro Roca, auténticos disidentes. Estos
descartan la violencia de las armas, igual que las principales fuerzas del
exilio anticastrista actual. Ambos grupos difieren en cuanto al bloqueo,
pero coinciden en su afán de restauración capitalista y anticastrismo
furibundos; por eso se identifican fácilmente con Estados Unidos, con
partidos y gobiernos europeos y de otros países. Aunque algunos se presentan
como socialdemócratas, el eje ideológico disidente se mueve entre el centro
y la derecha. Son grupos pequeños y numerosos, dispersos y sin arraigo en la
población. Está claro que, aparte de recibir dinero y apoyo político de
Washington, también tienen creencias ideológicas, y entre ellos puede haber
personas honestas, resentidas o confundidas. No tienen la base social de un
sindicato Solidaridad, ni entre sus líderes hay ningún Walesa o Vaclav
Havel. No son sociedad civil, sino micropartidos de oposición. El puñado de
presos políticos en sus filas no lo está por delitos de conciencia, ni por
la mera expresión de ideas contrarias al gobierno, sino por oponerse
activamente al sistema, en alianza con Estados Unidos, el exilio clásico y
el viejo anticomunismo europeo.

-¿Qué los hace marginales al consenso político en Cuba?

-Primero, que no son las únicas ni las principales voces críticas en el
país. Aunque no con la misma resonancia externa, hay un debate político en
curso, dentro y fuera de las instituciones, sobre asuntos como la
descentralización, las formas de propiedad no estatal, el salario, el nivel
de vida, la ampliación de los espacios de libre expresión, la aplicación de
la ley, la democratización de las instituciones, incluso políticas, el
control popular de la burocracia. Los opositores no tienen proyecto
coherente, sino consignas ideológicas. Su falta de legitimidad interna se
deriva del apoyo de Estados Unidos (verificable en el sitio web del
Departamento de Estado) y de los partidos europeos, y de su alianza con el
exilio. Las embajadas en La Habana los conocen, y saben que no representan
ninguna alternativa política viable; las reacciones internacionales y los
titulares de la gran prensa responden más a las pugnas electorales y
parlamentarias de esos países, que a la situación en la isla.

-Alguna posibilidad de salir de ese cuadro.

-Hay una lógica perversa, según la cual Cuba tendría que pagar un tributo
cada vez que Estados Unidos hace un ligero cambio, por ejemplo, autorizar
los viajes de los cubano-estadunidenses. Si esta administración considerara
la liberación de los cinco cubanos presos en Estados Unidos, la única ficha
negociadora aceptable para Estados Unidos serían los disidentes condenados
como agentes de una potencia extranjera (como se les llamaría allá). Los
disidentes resultan peones en este tablero de poderes enfrentados. En un
cuadro tan cerrado, es difícil suponer por ahora un cambio en el trato hacia
ellos. Serán los propios cubanos los que decidirán si, además de una
institucionalidad democrática renovada, un modelo descentralizado y una
economía mixta, cabrá una oposición leal dentro del futuro sistema
socialista.

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