Por un referente constructivo crítico desde IU, comprometido y coherente en la movilización social para una alternativa trabajadora y joven a la crisis económica, en el proceso de formación de los foros para la refundación de la izquierda.

miércoles, 18 de septiembre de 2013

Madrid: El PP y el cuento de la lechera. Carlos Girbau.


 

El presidente no electo por votación popular, sino por herencia y escalafón,  de la Comunidad de Madrid, Ignacio González, y la también por sucesión, alcaldesa de  la ciudad de Madrid, Ana Botella, tenían prisa por comenzar este año el curso político (1). El primero colocó el debate sobre el Estado de la Región el día 3 de septiembre y la segunda, concentró toda su artillería en la “prevista” elección de Madrid como ciudad olímpica para los juegos de 2020. Han bastado dos semanas para que el cántaro, al igual que le ocurrió a la lechera de la fábula de Esopo, se rompiera y el batacazo político y mediático haya sido de dimensiones, esta vez sí, olímpicas. Un batacazo que anuncia el fin irremediable de la aplastante hegemonía política que la derecha neoliberal del Partido Popular (PP) ha mantenido en Madrid capital, su comunidad autónoma y la inmensa mayoría de sus municipios durante los últimos quince años.
En el Estado de la Región, el debate político parlamentario por excelencia junto al de los Presupuestos, el presidente Ignacio González no expresó ideas nuevas, sino que insistió en las de siempre y lo hizo con menos éxito que nunca. González basó su discurso en cuatro puntos: a) Estamos saliendo de la crisis y pronto vendrá el crecimiento sostenido y el empleo; (b) necesitamos grandes proyectos como “Eurovegas” (2) e inversiones; (c) debemos dar confianza a los capitales del mundo entero y  ello implica mantener la supuesta austeridad presupuestaria y, sobre todo, la política de privatizaciones y, (d) es necesario un reequilibrio de la factura de Madrid con el Estado, logrando que éste incremente en mil millones el dinero que le transfiere a la autonomía.
La primera de las propuestas representa un mantra repetido una y otra vez por todo el Partido Popular y por no pocos medios de comunicación que están a su servicio, pero sin que ningún dato serio lo avale. La segunda y la tercera ideas de su discurso constituyen el nudo gordiano de la política neoliberal del PP: aprovechar la crisis económica para transferir de manera indisimulada renta y recursos públicos al 3,5% más rico de la población de la Comunidad. Para ello se siguen reduciendo sistemáticamente derechos ciudadanos y atacando a las entidades sociales que los defienden, empezando por los sindicatos (3). La cuarta propuesta, al igual que la primera, es pura propaganda que pretende extender entre la población la idea de que Madrid estaría supuestamente maltratada por el Estado.
La marea rompió el dique
Como decíamos al principio, han hecho falta poco más de 15 días para que todo se derrumbara.  La Olimpiada cambió el relaxing café con leche de la alcaldesa por el agua radiactiva de  Japón y  los tribunales de justicia suspendieron una de las mayores privatizaciones previstas, la de seis hospitales de la red de salud pública madrileña. Esta decisión viene a sumarse a la que meses antes habían adoptado también otros  órganos judiciales de suspender la ejecución del  decreto que permitía a la Comunidad cobrar 1€ por cada medicina que se adquiriera con una receta expedida por el sistema público de salud. A los  reveses judiciales hay que sumarle el fracaso en la  privatización de la gestión del agua que sigue, al igual que innumerable patrimonio público que se intenta mal vender, sin comprador.
Esta situación se produce en una Comunidad cuya deuda es ya de 22 mil millones de euros y que ahora se verá obligada a renunciar a los más de 280 millones que el vellocino de oro de las privatizaciones y el euro por receta le debían aportar. Más allá del revés económico que esto representa para las cuentas del PP, se trata de una derrota política. Una derrota que se presenta en forma de autos judiciales, pero que es en realidad hija directa de la movilización inmensa y tenaz de la población. Una población que,  empezando por los trabajadores sanitarios y acabando por la gente de a pie, ha defendido y defiende su sanidad pública. 20 huelgas e innumerables manifestaciones acumulan la defensa de este derecho básico. No han sido las sanitarias las únicas movilizaciones de estos últimos 18 meses, maestros, empleados públicos o jóvenes indignados han salido también repetidamente a la calle. Es un cóctel nacido sobre el fondo de una profunda crisis económica que supera ya el lustro de duración.
Lo que hoy se vive en Madrid es la cosecha que trae la gestión neoliberal extrema, tanto en la bonanza, como en la crisis, del PP madrileño. Cuando la cosa fue bien, Madrid enladrilló todo el suelo posible. Se construyó y se impulsó el endeudamiento de la  gente y de las administraciones públicas hasta el límite y más allá. Se crearon ocupaciones precarias, de mala calidad  y menor valor añadido. Se redujo la industria y se dio rienda suelta a la especulación. La corrupción de la mano de los grandes contratos y el crédito barato camparon a sus anchas, las redes clientelares afectando a todo tipo de cargos del PP hicieron su agosto. Hoy, en las vacas flacas, de una población total de 5 millones 600 mil habitantes,  645 mil están desempleados, medio millón en los umbrales de la pobreza (365 mil sin un solo ingreso). El principal banco financiador de toda la burbuja (Bankia) se halla en quiebra y vive intervenido con una inyección de 20 mil millones de euros de dinero público y por su parte, el Ayuntamiento de la Capital tiene una monstruosa deuda de 7.200 millones de euros.
El PP de la mano del gobierno de Ignacio González en la Comunidad  y Ana Botella en la ciudad de Madrid, se lo jugó a todo o nada en las olimpiadas, las privatizaciones y Eurovegas. Su fiasco de hoy abre, por primera vez en muchos años, la puerta hacia un cambio político.
Unir para ganar derechos
La resistencia a los recortes ha dominado la calle con sus movilizaciones y acciones.  De esa resistencia, de su avance  surgieron las mareas y plataformas de todos los colores que representan esencialmente a los trabajadores afectados junto a asociaciones y sindicatos, así como a una parte de la sociedad sensibilizada. Este hecho no puede negar que, junto a ese progreso, sigue existiendo una porción fundamental de la sociedad afectada por los recortes que continua sin implicarse decididamente en su rechazo. Para ese sector  el desempleo, los propios  recortes y el enorme incremento de sufrimiento social que hoy vivimos, siguen siendo sólo resultado de la crisis, no de la política que la trajo, ni de la política que la gestiona. En resumen, un mal sin solución del que además, la propia política y los políticos formarían parte.
Lograr que una porción mayor de la sociedad vea que su estado actual no es hijo de una maldición, sino el resultado de una situación social en el marco de una correlación de fuerzas concreta, no es sencillo. Son las decisiones políticas a favor de unos pocos  lo que pagamos hoy la inmensa mayoría de la sociedad. Decisiones que sólo la acción de la mayoría puede cambiar. De ahí que lograr sumar gentes a tales luchas sea lo esencial.  
Ahora bien, lograr esos cambios y la mayoría que los hará posibles,  implica muchas cosas. Entre ellas, por ejemplo, que la línea que ha posibilitado las importantes movilizaciones de 2012 y primer tercio de 2013 siga. Asimismo, habrá que desarrollar aquello que debe sustituir (mejorando) a lo que hoy se tiene. Finalmente y, en paralelo  a ambas cuestiones, habrá que seguir peleando por no perder lo que hoy aún se conserva.
Como puede verse se trata de  una complicada combinación para cuya resolución deberemos usar las certezas que vamos encontrando. La primera es que la unidad en la movilización multiplica su resultado. La segunda es que la sencillez y claridad del mensaje suma fuerzas. La tercera es que una vez la gente se pone en marcha es difícil hacerla volver a casa sin más. Finalmente, que cuando la ciudadanía se mueve quiere ser protagonista de su acción y por ello exige mucha democracia y transparencia.
Por todo ello, el  fracaso olímpico y el frenazo en las privatizaciones debe ser aprovechado para reforzar las plataformas y espacios que agrupan a las diferentes mareas. Reforzar la unidad de cada una de ellas y de todas en su conjunto. Para esto último, la  Cumbre Social que agrupa a las organizaciones que en mayor medida dan alma a tales plataformas es el lugar natural para ello. Es importante que, a partir de dicha cumbre, se pudiera avanzar hacia un lenguaje común. No contra el lenguaje de cada parte, sino como superación compartida. En este sentido, parece claro que el único lenguaje transversal, universal e incondicional que puede jugar ese papel de cemento entre partes, es aquel que se base en los derechos de las personas. Avanzar en la afirmación de los derechos que se exigen como ciudadanos, implica empezar a abrir, a partir de las entidades sociales, el camino hacia aquello radicalmente democrático que queremos y que nos une.
Notas:
(2) Macro casino en manos del Sheldon Adelson, oscuro personaje del Tea Party americano, propietario de casinos en Las Vegas y Macao investigado por fraude fiscal y blanqueo de dinero en los EEU. http://eurovegasno.blogspot.com.es/

(3) Más información en el artículo publicado en SinPermiso el 24/06/12 bajo el título: Madrid necesita menos derecha y más derechos

Carlos Girbau es Coordinador del Foro social de Madrid.

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